Por: Rosa Ileana Cruz, MD, FACOG
Obstetra-Ginecóloga, subespecialista en Endocrinología Reproductiva e Infertilidad
Los fibromas uterinos son una de las condiciones ginecológicas y razones para realizar una histerectomía más común. Aproximadamente 8 de cada 10 mujeres afroamericanas y 7 de cada 10 mujeres caucásicas serán diagnosticadas con uno o más fibromas uterinos.
Los fibromas o miomas uterinos son tumores benignos de tejido muscular. Usualmente, se desarrollan durante la etapa reproductiva de la mujer en respuesta a las hormonas del ciclo menstrual. Los síntomas asociados a estos tumores van a depender de la localización, el tamaño y número de estos fibromas. Sin embargo, la mayoría de las mujeres con fibromas uterinos no presentan ningún síntoma ni molestia asociado a estos. Aunque los fibromas son considerados tumores benignos, existe el riesgo de que estos sean cancerosos en 1 de 1000 casos. El diagnóstico de cáncer en fibromas uterinos es uno de los más comunes luego de la menopausia.
Estos tumores se forman debido a una alteración genética de las células musculares del útero que provoca que estas continúen multiplicándose. Aunque la causa de esta modificación es desconocida en este momento, si se conoce como la genética de la mujer y las hormonas estrógeno y progesterona tiene un rol importante en estos cambios. Dada la asociación entre las hormonas estrógeno y progesterona y el crecimiento de miomas uterinos, es comprensible ver como estos se desarrollan en edad reproductiva y disminuyen en tamaño durante la menopausia. No hay evidencia que hábitos alimentarios, estilos de vida o pastillas anticonceptivas de dosis baja tengan algún impacto en el crecimiento de estos tumores.
Los fibromas pueden encontrarse tanto en el cuerpo del útero como en el cuello uterino. Estos tumores también se pueden ver conectados con un tallo al mismo útero u órganos cercanos a este. Los que se encuentran en el cuerpo del útero se clasifican de acuerdo a su posición:
Subserosos: se encuentran en la pared exterior del útero (55%)
Intramurales: se encuentran en las capas musculares del útero (40%)
Submucosos: se encuentran en la cavidad uterina (5%)
Dentro de los síntomas que se pueden observar asociados a los fibromas uterinos se encuentran el dolor pélvico, sangrado uterino anormal o sensación de presión pélvica. De estos síntomas, el sangrado anormal uterino es el más común y la razón principal para tratamiento. Dado que el sangrado anormal también puede estar asociado a otras condiciones ginecológicas, incluyendo el cáncer uterino, se debe realizar una evaluación exhaustiva, incluyendo biopsias, antes de escoger un tratamiento definitivo.
El dolor pélvico que causan los fibromas usualmente es provocado cuando el fibroma ha crecido lo suficiente para que se afecte el flujo sanguíneo, provocando que el fibroma comience a degenerarse. Los fibromas uterinos pueden alcanzar un tamaño lo suficientemente grande como para crear síntomas de presión pélvica o abdominal. Estos pueden hacer presión en la vejiga, causando frecuencia urinaria, en los uréteres, causando daño a los riñones, o a los intestinos causando estreñimiento.
Además de esto, los fibromas pueden a estar asociados con problemas de infertilidad. El efecto que los fibromas tengan en la fertilidad también va a depender de la localización de los mismos. Los fibromas submucosos e intramurales usualmente son los que causan más problemas. Se ha demostrado que las mujeres que no tienen fibromas o han tenido cirugías para remover los mismos tienen más éxito en obtener un embarazo luego de tecnologías de reproducción asistida.
En muchos de los casos los fibromas uterinos se identifican incidentalmente en cirugías pélvicas o abdominales, ya que la mayoría de estas pacientes están asintomáticas. En pacientes que comienzan a presentar síntomas que sugiere alguna patología ginecológica, estos tumores se pueden identificar con sonografía transvaginal o pélvica. De no encontrarse un fibroma mediante esta evaluación y se tiene una sospecha alta para este diagnóstico, una sonohisterografía es un método que permite identificar los fibromas que protruyen o distorsionan la cavidad del útero. Si existe la necesidad de evaluar mejor los fibromas y su relación con los órganos cercanos, una imagen de resonancia magnética es muy útil para esto y así determinar las opciones de tratamiento.
El tratamiento de los fibromas uterinos va a depender de los síntomas de la paciente y sus efectos en órganos cercanos. Si se han identificado fibromas, se deben realizar exámenes regulares para ver el patrón de crecimiento y detectar síntomas tempranos. Si la paciente desea un embarazo, también se debe tomar en consideración al momento de evaluar las opciones de tratamiento.
Los tratamientos disponibles para estos tumores pueden ser quirúrgicos con el uso medicamentos. Como ya se conoce la asociación de estrógeno a su crecimiento, se pueden utilizar medicamentos para controlar sus niveles. Esto puede brindar alivio temporero, aunque está relacionado con efectos secundarios. Se considera realizar un tratamiento quirúrgico cuando los síntomas son muy marcados y siempre tomando en consideración el deseo de un embarazo futuro. Dentro de las opciones de cirugía se encuentran:
Miomectomía abdominal
Se remueve el fibroma sin remover el útero (sin histerectomía) a través de una incisión abdominal
Miomectomía laparoscópica
También se remueve solo el fibroma pero a través de una pequeña incisión en el ombligo y unas incisiones de 5-10mm para introducir los instrumentos quirúrgicos.
Embolización de arterias uterinas
Este procedimiento los realiza un radiólogo intervencional quien inyecta unas pequeñas partículas en los vasos sanguíneos del útero. De esta manera se afecta la irrigación de los fibromas y causa su degeneración. Este procedimiento puede causar dolor por varios días a causa de la degeneración. Este tratamiento no se recomendó a mujeres que están interesadas en embarazos futuros.
Histerectomía
Un 50% de las histerectomías se realizan a causa de fibromas. Si la paciente no desea embarazos futuros, se puede recomendar una histerectomía. En este procedimiento se remueve el útero con los fibromas asociados. Esta cirugía, al igual que la miomectomía, se puede realizar vía abdominal o laparoscópica.
Como se menciona anteriormente, los fibromas son muy comunes en la edad reproductiva. Aunque la mayoría de las pacientes son asintomáticas, si se han identificado fibromas incidentalmente debe haber un seguimiento regular de su crecimiento para poder proceder con el tratamiento adecuado.