Las enfermedades reumáticas afectan a las mujeres en edad fértil. Durante años, se les aconsejó a las mujeres con enfermedades autoinmunitarias sistémicas potencialmente graves que no quedaran embarazadas. Sin embargo, ahora se sabe que con un tratamiento médico y obstétrico, la mayoría de estas mujeres puede tener un embarazo satisfactorio.
Los médicos y las pacientes deben estar listos para tratar posibles complicaciones tanto para la madre como para el hijo. Más aún, las mujeres no deben considerar quedar embarazadas hasta tener bajo control su enfermedad reumática.
Efectos del embarazo en la enfermedades reumáticas
Los efectos varían según la afección. Según la publicación de la American College of Rheumatology, el embarazo afecta a la artritis reumatoide (AR), al lupus eritematoso sistémico (LES) y al síndrome antifosfolipídico (APS).
Por ejemplo, los síntomas de la AR a menudo mejoran en pacientes embarazadas, lo cual produce muchas veces una menor necesidad de medicación, pero pueden agudizarse después del parto.
La relación entre la actividad del lupus y el embarazo es más polémica. En general, hay una tendencia a sufrir agudizaciones leves a moderados, en especial, en la segunda mitad del embarazo y el posparto. Sin embargo, la mayoría de estas agudizaciones no ponen en peligro la vida de la madre ni del bebé, ni alteran significativamente el pronóstico del lupus a largo plazo. Estar en remisión clínica durante 3 a 6 meses antes de quedar embarazada disminuye la probabilidad de que se produzca una agudización durante el embarazo.
Síndrome antifosfolipídico
El síndrome antifosfolipídico (APS) aumenta el riesgo de coágulos en venas y arterias, así como complicaciones como abortos espontáneos, nacimientos prematuros o hipertensión (presión arterial elevada) durante el embarazo. Los pacientes con insuficiencia renal también tienen riesgo de sufrir preeclampsia. La preeclampsia y la eclampsia son afecciones que pueden dañar los riñones y el hígado de la madre. También aumentan el riesgo de nacimientos prematuros o la muerte del feto. Por lo tanto, para las mujeres con APS, el embarazo —en especial el período cercano al parto— es particularmente peligroso y exige cuidados especiales.
Hipertensión pulmonar
La hipertensión pulmonar es un tipo de hipertensión que afecta las arterias de los pulmones y del corazón. En ocasiones, genera complicaciones en enfermedades reumáticas como lupus, APS, síndrome de Sjögren y esclerodermia. Dado que la hipertensión pulmonar con frecuencia se agrava durante el embarazo —sobre todo en el período posparto— se desaconseja que las mujeres que la padecen queden embarazadas.
El embarazo no parece afectar a otras enfermedades, como la polimiositis, la dermatomiositis y la vasculitis. Mientras el paciente no tenga hipertensión pulmonar o fibrosis pulmonar, la esclerodermia tampoco varía por el embarazo. Sin embargo, se recomienda que las pacientes consideren el embarazo solamente cuando estas enfermedades estén bajo control y bajo el cuidado de su reumatólogo.
Tratamiento para mujeres embarazadas
Todas las mujeres con enfermedades reumáticas deben asesorarse acerca de su riesgo específico si consideran la posibilidad de tener un bebé. Durante esas consultas con su médico, puede revisar las inquietudes específicas del embarazo y conocer las complicaciones que puede provocar.
Estos son algunos factores que hacen que un embarazo sea de “alto riesgo”:
- Embarazos previos con complicaciones
- Enfermedad renal subyacente, cardíaca subyacente o pulmonar subyacente (incluso hipertensión pulmonar).
- Agudización de la enfermedad reumática
- Antecedentes de coágulos sanguíneos
- La presencia de anticuerpos SSA y SSB
- FIV (fertilización in vitro)
- Embarazos múltiples: mellizos, trillizos, etc.
- Madres de más de 40 años
Datos importantes
- Las enfermedades que pueden afectar a los riñones, en especial, el lupus y el síndrome antifosfolipídico (APS, por sus siglas en inglés), tienen más posibilidades de afectar el resultado del embarazo.
- Todas las mujeres deben asesorarse acerca de su riesgo específico antes de la concepción, según su afección reumática y los medicamentos que tomen.
- Cada mujer con una enfermedad reumática debe tener la enfermedad bien controlada durante un período de tres a seis meses, como mínimo, antes de intentar quedar embarazada. Debe continuar con los medicamentos para evitar el riesgo de un brote de la enfermedad, siempre que estos no sean nocivos para el feto. Cualquier cambio debe consultarse con el reumatólogo con anticipación.
- Las mujeres con un perfil de bajo riesgo pueden tratarse con las consultas habituales al reumatólogo como precaución. Aquellas mujeres con un perfil de alto riesgo deben recibir tratamiento del reumatólogo y de un equipo obstétrico con experiencia en embarazos de alto riesgo.