Por: Jean Mitchelle Vélez
Dos estudiantes de la Ponce Health Science University lograron subvenciones federales por parte del Instituto Nacional de Cáncer para culminar sus estudios doctorales. La condición es que ambas investigaciones -que reciben la mentoría del Dr. Guillermo Armaiz- se centren en el cáncer de ovarios.
Uno de los estudios lo lidera Claudia Colón, quién realiza una investigación que busca descubrir o confirmar que las situaciones de estrés logran aumentar el tamaño del tumor maligno en los ovarios y con ello, disminuir las posibilidades de sobrevivencia de la mujer a este tipo de cáncer.
En esta investigación, se utilizan modelos de ratas a las que se les insertó el cáncer y se encerraron en espacios en los que no se pueden mover. Esta situación que se considera como una rutina de estrés crónico para el animal, derivó en un acelerado crecimiento del tumor que aumentó su tamaño entre 2 a 3 veces más rápido y se manifestó con un tamaño mayor al usual.
Sin embargo, este resultado muestra que las células del sistema inmune conocidas como macrófagos están implicados en el proceso inflamatorio del tumor. Además, las rutinas de estrés causan que estas células lleguen al tumor y secreten proteínas que contribuya con el crecimiento de la malignidad.
En un futuro no descartan usar estas proteínas que se secretan como medio para crear bloqueadores hacia ellas mezclando fármacos para evitar el crecimiento del tumor.
“La data que tenemos ahora es saber cuál es el rol de los macrófagos en ese proceso inflamatorio en contexto de estrés en cáncer de ovarios. También sabemos que hace que aumente la población de macrófagos dentro del tumor», aseguró Armaiz.
Estudios relacionados a este tema, publicados en otras instituciones han comprobado que en los seres humanos crece la inflamación asociada al estrés.
“Lo que pasa es que estos procesos de estrés excitan al organismo y se convierten en procesos inflamatorios del tumor. Como en el caso del cáncer, este proceso nunca para llega un momento en que se polariza y cambia, un hecho que produce que el tumor crezca más, quizás de manera más agresiva. Esto puede ser la explicación a la cuestión inicial: por qué el estrés es un desencadenante del crecimiento del tumor, al menos en los modelos animales» explicó Colón.
El estrés es la tensión física y emocional que por naturaleza expresa el ser humano. Dicha tensión se manifiesta de diversas maneras, todo depende del individuo. Para el caso de los pacientes con cáncer, el mayor factor de estrés -que además puede desarrollarse de forma crónica- es saber que se tiene la enfermedad.
El ADN se afecta bajo condiciones de estrés
La segunda investigación que recibió apoyo federal está liderada por Rocío Lamboy, quien estudia otro punto de vista de la influencia del estrés en el cáncer de ovarios. A diferencia de la primera investigación mencionada, Lamboy trabaja con modelos de células in vitro.
El estrés afecta directamente la célula de cáncer. Por ejemplo una de las cosas es que vemos es que el estrés causa mayor metástasis. El cáncer de ovarios tiende a crecer y esparcirse por toda la cavidad peritoneal a raíz de las tensiones. Por otra parte, también se está analizando qué efecto genera el estrés de manera directa en la célula de cáncer», apuntó Lamboy.
Otro de los efectos que provoca el patrón de estrés en el organismo, es la generación de metástasis del tumor inicial en el ovario. La investigadora preparó una hipótesis en la que exploró si el estrés afecta la integridad genómica de la célula -material genético presente en el ADN-.
Lamboy descubrió que esto puede causar mutaciones positivas o negativas para la célula. Sin embargo, teme que una de las mutaciones halladas provoque que la célula sea más agresiva, crezcan nuevas poblaciones celulares con esa mutación que se sobrepongan a las células normales y se conviertan en células metastásicas.
“Lo que ha visto es que en modelos in vitro a los que se inyectan hormonas de estrés, se nota mayor daño al ADN en la célula. Nuestra hipótesis es que el estrés causa daños al ADN -una situación que no es novedosa en la ciencia- pero lo que ahora buscamos saber es si la célula es capaz de arreglar esos daños o no. Si los repara sería un éxito» mencionó el Dr. Armaiz, quien recibió su grado doctoral en Biología del Cáncer en la Universidad de Texas.
Cabe señalar que en ambos estudios se utiliza el azote del huracán María como estresor. De hecho, es de conocimiento médico que el estrés crónico aumenta el tumor en cáncer de seno y otros tipos de la enfermedad.
Para el mentor es un logro de que estas estudiantes son las únicas que estudian estos comportamientos y que hayan podido recibir el impulso económico federal para completar sus estudios doctorales.