Anorexia sexual: qué es y cómo superarla

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Foto: Shutterstock

No tienen ganas de sexo. Nunca. No quieren. Y además, evitar a toda costa cualquier tipo de contacto que implique un “presunto” inicio de relación íntima, se convierte en una verdadera obsesión.

Son personas que sufren de un trastorno llamado anafrodisia o anorexia sexual y es un problema psicológico que padecen aquellos que rechazan sistemáticamente las experiencias sexuales y su vida se dirige, de forma compulsiva, a evitar cualquier tipo de contacto.

Son personas que no pueden expresar ni sus deseos sexuales ni sentimentales

Se diagnostica en personas en las que la ausencia de sexo es algo habitual, independientemente de quien sea su pareja, ya que suele responder más a una muy baja autoestima, una percepción negativa del propio cuerpo y la dificultad de expresar deseos sexuales e incluso sentimentales.

Igual que el anoréxico deja paulatinamente de ingerir alimentos, el «anoréxico sexual» comienza a rechazar toda posibilidad de sexo o toda expresión sexual, lo que desemboca muchas veces en una escalada de autodestrucción.

EL ORIGEN DEL TRASTORNO

Las raíces de esta enfermedad son similares a las de la anorexia alimentaria nerviosa, así que suelen estar relacionadas al miedo al rechazo y a la incapacidad de manifestar las emociones.

Aunque la anafrodisia posee un origen multicausal, la influencia del entorno resulta determinante en su aparición. Los pacientes suelen:

  • Formar parte de familias poco afectuosas, con cuadros de adicción o conductas destructivas, entre éstas casos de abusos sexuales infantiles o traumas similares.
  • Haber recibido una educación extremadamente rígida, dirigida y de fácil influencia respecto a la moralidad sexual.
  • Estar obsesionados por responder a unos modelos sociales estrictos o a unas creencias religiosas severas.
  • Tener unos padres excesivamente protectores y controladores.
  • Padecer (o haber padecido) cuadros depresivos o bien sufrir de estrés intenso, con los cambios de humor o el agotamiento que ambos desórdenes conllevan.

¿CÓMO DETECTAR LA ANAFRODISIA?

El comportamiento de las personas que lo padecen suele basarse en el principio de “si no se arriesga, no se puede perder”.

Por ello, los anoréxicos sexuales acostumbran a vivir de forma aislada y pueden generar una especie de vida de fantasía o incluso caer en adicciones de diversa índole (alcohol, comida, tabaco, etc.).

Dado que la rigidez y la vergüenza guían su conducta, son capaces de tomar decisiones drásticas, como dejar su trabajo para evitar alcanzar un cierto grado de intimidad, sea ésta sexual o no, con quienes los rodean.

  • A veces, su conducta se traduce en detalles que los hacen pasar desapercibidos, como mantenerse al margen de las conversaciones o decir que están siempre ocupados.
  • Pueden volcarse en exceso en actividades familiares, en amistades o en el cuidado de los hijos para evitar estar a solas con nadie.
  • Este trastorno puede darse dentro de una relación de pareja de larga duración, en la que durante un tiempo sí existía la relación sexual.
  • En este caso, no solo se evita la cama, sino también las muestras de afecto y cariño.
  • Criticar a la pareja o evitar su compañía nocturna, al volver siempre tarde a casa o al acostarse a una hora distinta, pueden ser señales de que la anorexia sexual ha llegado al matrimonio.

SUS PRINCIPALES SÍNTOMAS

La persona con anorexia sexual acostumbra a tener una percepción distorsionada sobre sí mismo. De ahí que sean habituales:

  • La dismorfia corporal, la percepción alterada, exagerada a menudo, del propio cuerpo.
  • La búsqueda de la soledad, con lo que evita las relaciones estables o las emociones intensas asociadas a las mismas.
  • La obsesión por el perfeccionismo.
  • El sentimiento de inferioridad o, por el contrario, los delirios de grandeza.

Por otro lado, vive en un estado perpetuo de miedo al placer sexual, por lo que muestra:

  • Pavor al contacto sexual.
  • Vergüenza hacia todo lo relacionado con el sexo.
  • Aversión extrema a las funciones corporales.
  • Juicios y actitudes intransigentes y agresivas sobre la conducta sexual, lo que puede llevarlo a cometer actos de violencia contra otras personas.

Hay ocasiones extremas en que la persona afectada, para autojustificarse, cree haber sido herido, rechazado o incluso abusado. Como defensa a este ataque, real o imaginario, es común que:

  • Adopte una conducta autodestructiva para limitar o evitar lo sexual.
  • Adopte una actitud destinada a alejar a quien se le acerque, como mostrar siempre preferencia por personas fuera de su alcance o con las que nunca podría establecer una relación.
  • Le incomode la sexualidad ajena.
  • Sienta una falsa sensación de poder y seguridad al reprimir sus impulsos.
  • Muestre una preocupación excesiva hacia las enfermedades de transmisión sexual.

ASÍ SE TRATA LA ANOREXIA SEXUAL

Igual que sucede con los desórdenes alimentarios, la anafrodisia no es un problema fácil de solucionar sin la participación de un profesional de la salud mental. El proceso de recuperación requiere tiempo y esfuerzo por parte del afectado, pero es posible.

  • Lo primero que se debe conseguir es dejar de rechazarse a sí misma y comenzar a aceptar su cuerpo y, luego, integrar su vida sexual dentro del resto de aspectos de su existencia.

Como la anafrodisia sigue un patrón similar al de cualquier otra adicción, a menudo la terapia suele apoyarse en el modelo de “Alcohólicos Anónimos”, donde es clave el acompañamiento de alguien que ejerza de guía, así como el apoyo incondicional de otras personas que hayan padecido el mismo desorden.
Con esto se pretende lograr:

  1. Cambiar de foco: Dejar de obsesionarse por su lado sexual y el de los demás, y que reconozca que la vida también implica otros aspectos.
  2. Comenzar a aceptar y a tomar contacto con su cuerpo: Mediante caricias, masajes, baños, etc., con la finalidad de recuperar las sensaciones placenteras. Se utilizan asimismo técnicas de relajación y respiración para controlar la ansiedad.
  3. Perdonar o reconciliarse con sus agresores (reales o imaginarios).
  4. Empezar a aproximarse a los otros: de manera que se permita a sí mismo el contacto humano más allá de lo meramente sexual (caminar de la mano, abrazarse, besarse, etc.).

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