Los miomas uterinos son tumores benignos que sufrirán 7 de cada diez mujeres a lo largo de sus vidas, de las que solo el 25% presentarán síntomas. Sin embargo, esos casos pueden disminuir la calidad de vida de las mujeres y algunas requieren de intervenciones quirúrgicas para tratarlos. Las operaciones pueden afectar temporalmente a la capacidad para gestar, pero existen tratamientos menos invasivos como la ablación por radiofrecuencia.
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Lo primero que hay que saber es que no siempre presentan síntomas y que los miomas pueden variar mucho en cada mujer. “Al margen de que sea una patología benigna, el problema es que hay miomas que, según la localización y, en ocasiones, también el tamaño, pueden dar mucha sintomatología y producir problemas a lo largo de la vida”, explica la doctora Mercedes Sobreviela, ginecóloga del Centro Ginecológico Bolonia (Zaragoza).
Los síntomas más condicionantes son el dolor y las hemorragias abundantes, que pueden generar otros problemas como la anemia, cambios de hábitos de vida, alteraciones en nuestra actividad diaria y relaciones.
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“Puede ser que ocurra todo o nada. Hay pacientes que tienen miomas muy grandes que ni se enteran que los tienen y otras que los tienen muy pequeñitos pero su localización es muy negativa y tienen mucha sintomatología. Así que nunca podemos definir ‘miomas problemas’ o ‘miomas no problemas’. Es la paciente en unión con su patología la que va a determinar que ese mioma tenga que ser considerado o no”, explica la doctora.
A la hora de diagnosticarlo, generalmente se hace a través de una ecografía. Aunque, como algunas mujeres no presentan síntomas, sus miomas pueden no ser diagnosticados o se encuentran en una revisión rutinaria, pero es algo que no supone ningún problema al tratarse de una patología benigna.
Tratamientos
Por otra parte, siempre que haya sintomatología hay que tratarlos. Para ello existen diferentes formas de abordarlo en función de la paciente, el tamaño y localización del mioma y, por supuesto, las consideraciones del profesional sanitario.
La técnica de ablación por radiofrecuencia, debido a los beneficios que trae consigo. El principal: que no daña el miometrio (la capa muscular del útero) y permite a la paciente el poder concebir más rápidamente una vez se elimina el mioma.
“La cirugía es una extracción completa de la tumoración, mientras que la ablación lo que hace es una destrucción del tejido”, aclara la doctora Sobreviela, que recuerda que ambos métodos eliminan el mioma y, con ello, la sintomatología asociada.
“La ventaja fundamental de la ablación con respecto a cualquier otro abordaje es que no deja cicatriz. Esto permite que ese útero sea capaz de gestar antes ya que no tenemos que dejar que se cure por completo de la cicatriz”.
La doctora aclara que el que una mujer se someta a una cirugía no significa que no vaya a poder quedarse nunca embarazada. Simplemente pasará más tiempo hasta que se le recomiende la gestación para que cicatrice bien tras la intervención. Por eso, para aquellas que no puedan o quieran esperar ese tiempo, la ablación por radiofrecuencia es una gran opción. “Si la paciente tiene ese tiempo por delante para poder quedarse embarazada, por supuesto puede abordar el mioma quirúrgicamente”, añade la doctora.