Por: Carmen G. Valcárcel Mercado, MD, PhD
Especialista en Sexología Clínica
Cuando hablamos de disfunción sexual hablamos de problemas o dificultades que afectan el funcionamiento sexual. Las disfunciones sexuales pueden afectar a ambos géneros, mujeres y hombres. Así que, si tú o tu pareja tienen alguna dificultad, saber esta información puede ayudarte a identificar las disfunciones y saber cómo buscar ayuda. Hablar sobre tu vida sexual y las dificultades con tu pareja podría ayudar a ambos a tener una mejor vida sexual. Es esencial que antes de hablar de disfunción, entendamos lo que compone una función sexual normal.
La función sexual se compone de cinco diferentes fases o etapas. Estas etapas son: deseo, excitación, meseta, orgasmo y periodo refractario. El deseo sexual es muchas veces llamado libido. Sin embargo, la mejor descripción de esa fase es “tener ganas”. Cuando ocurre la excitación hay cambios físicos, tales como la erección y la lubricación. En el periodo de meseta aumentan las sensaciones y sensitividad, aumenta la frecuencia cardiaca y culmina el orgasmo. El orgasmo, o clímax, es la descarga súbita de energía sexual que ocasiona contracciones musculares, especialmente pélvicas.
La percepción del orgasmo es variable de persona a persona. Puede ser imperceptible en algunos casos, pero en otros es tan intenso que se le ha llamado Le petit mort (“la muerte chiquita”). Lo que concuerda la inmensa mayoría es que luego del orgasmo hay una sensación de bienestar. Una vez ocurre el orgasmo, el cuerpo regresa a su estado en reposo para estar listo en caso de una nueva excitación a través del periodo refractario o resolución. Cualquier cosa que interrumpa el funcionamiento de una de esas etapas podría ocasionar problemas en la manifestación de una sexualidad plena.
Las disfunciones sexuales pueden tener su origen en múltiples causas físicas, emocionales e incluso culturales. Por ejemplo, hay investigaciones que corroboran que las enfermedades crónicas, tales como la diabetes, la obesidad y el cáncer, pueden crear o contribuir a disfunciones sexuales. Esto es importante ya que se estima que hasta la mitad de la población con condiciones crónicas de salud sufrirá alguna disfunción sexual y estas tres condiciones son cada vez más comunes en nuestra población. La falta de educación sexual o conductas sexuales basadas en conocimientos erróneos pueden ocasionar problemas y lesiones. Enfermedades de transmisión sexual pueden ser también causa de disfunción sexual.
Si te preguntas cómo saber si tienes una disfunción sexual, pues lo primero es tener un momento de auto análisis. ¿Tienes deseos de tener relaciones sexuales? ¿Te sientes bien durante tu relación sexual? ¿La disfrutas? ¿Tienes molestias o dolor? ¿Te causa indiferencia la relación y sólo lo haces para “complacer” a tu pareja? ¿Empiezas la relación, te interesa, participas, pero no puedes sentir orgasmo o satisfacción? ¿Tu pareja tiene orgasmo, pero no tiene erección o eyaculación? ¿Tu pareja pierde su erección en medio de la relación? Si tienes dudas sobre la respuesta a estas preguntas podrías tener una disfunción sexual. Hay más preguntas que puedes hacerle a tu profesional de la salud de confianza. El internet puede ser de ayuda, pero a veces puede ser muy confuso, especialmente cuando no sabes qué puede estar sucediendo. Si buscas en internet asegúrate de obtener la información de un lugar fidedigno. Puedes hacer una lista de preguntas y llevarlas a tu médico.
Tu médico te hará más preguntas y dependiendo de las respuestas podría ordenar pruebas de laboratorio, un historial y examen físico especializado y alguna otra prueba que considere necesaria. Dependiendo de los hallazgos podría recomendarte, a ti o a ambos, visitar un terapeuta sexual o sexólogo. Es importante que verifiques que el profesional que selecciones sea un profesional con la preparación necesaria para ayudarte.
Las terapias que se recomiendan para tratar las disfunciones sexuales varían dependiendo de las causas y los síntomas. Hay medicamentos, instrumentos y aparatos que podrían ayudar. También existe terapia en la que puedes conversar con un terapeuta, ya sea un siquiatra, sicólogo o sexólogo clínico y encontrar soluciones que pudiera ser la intervención necesaria para recuperar tu vida sexual.
Es esencial que no te desesperes y mantengas una comunicación honesta con tu pareja y tu profesional de la salud. Dependiendo del caso algunos profesionales te pedirán que mantengas un registro de tu actividad sexual y cómo van cambiando los síntomas. Algunos te pedirán que sea tu pareja quien te ayude en identificar los cambios. Sin importar cuál sea la terapia, es sumamente importante que aclares todas las dudas y preocupaciones que tengas. Mientras más clara tengas las instrucciones y comprendas los pasos que debes tomar mayor será la posibilidad de una mejoría.