La menopausia supone el fin de la etapa reproductiva de la mujer y, por definición, la imposibilidad de tener más hijos de forma natural. Sin embargo, gracias a diferentes tratamientos y técnicas de reproducción asistida, las mujeres que ya han superado esta barrera pueden conseguir con altas tasas de éxito embarazos evolutivos normales. Aun así, el embarazo en la menopausia tiene más riesgos, muchos de ellos vinculados a la avanzada edad de la madre.
Menopausia y perimenopausia
En la mayoría de los casos la menopausia ocurre entre los 45 y los 55 años, aunque entre los 35 y los 40 la fertilidad de la mujer va descendiendo progresivamente. Este descenso afecta a la cantidad y a la calidad de los ovarios y se prolonga hasta la perimenopausia, un periodo de transición que dura hasta el cese total de la función ovárica.
Muchas mujeres presentan en esta etapa irregularidades menstruales, sofocos, sudoraciones nocturnas, problemas de osteoporosis o tensión arterial.
La perimenopausia puede darse hasta 5 años antes de la última regla y se caracteriza por un descenso de las hormonas sexuales femeninas, los estrógenos y la progesterona. Aún así, todas estas hormonas se producen en cantidades suficientes para que haya ovulación y, por lo tanto, existe riesgo de embarazo. No ocurre lo mismo en la menopausia, donde el embarazo ya no es posible sin ayudas.
Embarazo en la menopausia a través de la fecundación in vitro
Aunque en la menopausia la mujer ya no produce óvulos de forma natural, su útero no envejece, por lo que puede albergar embriones y llevar un embarazo a buen término. Muchas mujeres a lo largo de su juventud y en previsión de un futuro embarazo en la menopausia congelan sus óvulos y embriones. Si no es así, deberán recurrir al óvulo de una donante.
En ambos casos, y antes de insertar los óvulos fertilizados, los médicos deben asegurarse de que el vientre de la futura madre está listo para recibirlos y nutrirlos correctamente. Por ello es frecuente la administración previa de una terapia de estrógenos para engrosar el revestimiento del útero.
Una vez realizada la fecundación in vitro, la mujer tendrá que tomar hormonas para poder mantener su embarazo. Para hacernos una idea, la terapia hormonal que se aplica en un embarazo en la menopausia es similar a la utilizada en el caso de mujeres jóvenes a las que, por alguna razón, se le han extirpado los ovarios o estos no son funcionales.
Riesgos del embarazo en la menopausia
Son muchas las mujeres que planean un embarazo en la menopausia por distintos motivos, bien porque su situación familiar ha cambiado, porque tienen una nueva pareja o simplemente porque han ido retrasando el momento y no quieren perder la posibilidad de ser madres.
En todo caso, cualquier mujer debe aceptar que un embarazo en la menopausia supone más riesgos que uno normal. Aún así cada caso debe verse de forma concreta y está vinculado siempre a factores genéticos y al estado de salud en el que la mujer llega a la menopausia.
Aunque previamente se haga un diagnóstico prenatal para descartar los embriones no sanos y se implanten aquellos con menor riesgo en el embarazo en la menopausia, la edad de la madre siempre será un factor a tener en cuenta.
Algunos de los riesgos presentes en cualquier embarazo, pero que aumentan en un embarazo en la menopausia son:
- Aborto durante el primer trimestre de la gestación.
- Alteraciones cromosómicas en el feto. Entre ellas síndrome de Down (trisomía 21), síndrome de Patau (trisomía 13), síndrome de Edwards (trisomia 18) o síndrome de Turner (monosomía X).
- Aumento de posibilidades de tener placenta previa o baja.
- Hipertensión arterial.
- Diabetes gestacional.
- Partos múltiples debido a la fecundación in vitro.
- Bebés prematuros.
Prevención y cuidados durante el embarazo en la menopausia
Aunque los riesgos para la madre y el feto aumentan en un embarazo en la menopausia, los avances médicos actuales permiten reducirlos notablemente. También permiten detectar anomalías que suponen un riesgo para la madre o para el feto durante la gestación, en el del parto o una vez haya nacido el bebé. Esto se puede hacer a través de pruebas invasivas con cierto riesgo, como es el caso de la amniocentesis, o con pruebas más novedosas que permiten detectar anomalías a través de una simple muestra de sangre, como es el caso del test prenatal no invasivo NACE.
Para garantizar la salud de la madre e hijo durante el embarazo en la menopausia es necesario establecer y cumplir concienzudamente el calendario de análisis, ecografías y pruebas con los diferentes especialistas (obstetras, matronas, ginecólogos, médicos de cabecera). En este caso, los controles en todas las fases del embarazo serán más exhaustivos para hacer un seguimiento concienzudo, evitar riesgos y detectar a tiempo posibles problemas.
Hoy en día, la genética permite un diagnóstico prenatal afinado a través de diferentes pruebas como la biopsia coriácea, el triple screen, la translucencia nucal o la amniocentesis, que descartan malformaciones y anomalías genéticas ocasionalmente vinculadas a la edad avanzada de la madre.
Sin embargo, el triple screen y la translucencia nucal no son definitivos (arrojan datos sobre la probabilidad que deben confirmarse con otras pruebas) y la biopsia coriácea y la amniocentesis son pruebas invasivas que pueden llegar a provocar un aborto.
En el embarazo en la menopausia es especialmente recomendable realizar una prueba de ADN fetal, concretamente el test prenatal no invasivo de cribado prenatal, que permite detectar, entre otros, los síndromes de Down, Edwards y Patau y anomalías comunes de los cromosomas sexuales (X e Y).
Este test es puede realizarse a partir de la décima semana gestación y garantiza la tranquilidad de la madre durante el resto del embarazo. Se trata de una prueba no invasiva que se realiza mediante una extracción de sangre similar a las convencionales.
Vía: NACE Non-invasive Prenatal Test