El estrés y su relación con la caída del cabello

por Revista Ginecología y Obstetricia
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Durante algunos momentos de la vida, y aún más teniendo en cuenta el ritmo de vida de la sociedad actual, es fácil llegar a sufrir estrés. Este es provocado en muchas ocasiones por obligaciones de la vida profesional o también por cuestiones personales, enfermedades o traumas, todo ello podría desembocar en una caída del cabello.

Ante situaciones de estrés nuestro organismo detecta un estímulo amenazante y produce una respuesta hormonal. Podemos sufrir algunos síntomas físicos como brotes de acné, dolores de cabeza frecuentes, insomnio o uno de los síntomas más comunes, la caída del cabello.

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Los folículos pilosos son la zona de la piel donde da lugar el crecimiento de los cabellos y donde reposa cada uno de ellos. Al producirse una situación de nerviosismo permanente, y según la forma en que se ven alterados los folículos pilosos, pueden derivarse tres tipos de pérdida de cabello:

  • Efluvio telogénico: el estrés provoca que grandes cantidades de folículos entren en fase de descanso. En consecuencia, simplemente con peinarnos o secarnos el pelo, podemos notar como nuestro cabello está más debilitado de lo normal y, por tanto, se cae.
  • Tricotilomanía: se produce cuando es la propia persona quien tiene el impulso de arrancarse el pelo del cuero cabelludo u otras zonas del cuerpo donde haya presencia de cabello. Este tipo de reacción incontrolable, es consecuencia de sensaciones negativas como el estrés, el aburrimiento o la frustración.
  • Alopecia areata: en este caso, es nuestro sistema inmunitario quien ataca a los folículos capilares debido a un episodio de estrés grave, lo que provoca la pérdida del cabello.

La biotina es una vitamina B muy utilizada para combatir la caída del pelo. Existen tratamientos específicos para la caída y la salud del cabello que ayudan a fortalecer el interior de la raíz del cabello gracias a nutrientes como el extracto de mijo, la L-Cistina, la biotina y la vitamina B5; ingredientes que reconstruyen la estructura del pelo, lo fortalecen, favorecen su regeneración y crecimiento, nutren el cabello y aportan volumen.

Además, debemos tener presente que las situaciones estresantes que provocan la caída del cabello no tienen por qué ser permanentes y que existen otras opciones que nos ayudarán a ponerle freno. Dormir lo suficiente, realizar cambios en nuestro estilo de vida, dedicar tiempo a hacer lo que más nos gusta y llevar a cabo una dieta equilibrada, pueden ayudarnos a controlar nuestro estrés y, en consecuencia, contribuiremos a la salud de nuestro cabello.

Fuente: Bayer

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