Por: Carlos E. Álvarez
Especialista en Ginecología y Obstetricia
El deseo sexual disminuido o ausente es el problema sexual más común de la mujer. Se presenta más comúnmente en la edad mediana y su causas son de tipo biológicas, psicoemocionales y/o sociales. Algunos factores aumentan las probabilidades de que una mujer lo sufra, como por ejemplo los estados depresivos, algunos medicamentos, historial de abuso físico y sobre todo sexual, decepción y/o rencor con el parejo, uso de drogas y estados de enfermedad y pobre salud.
Se clasifica la disfunción sexual de la mujer de acuerdo al DSM-5 de Asociación Americana de Psiquiatría, requiere tal definición que la mujer presente sufrimiento personal por su problema sexual y que le dure por mas de 6 meses. La evaluación clínica incluye el historial medico, historial ginecológico, historial sexual, historial socio familiar y examen. Los tratamientos están fundamentados en la psicoterapia, educación y consejería; la posibilidad de algunos medicamentos y procedimientos quirúrgicos en casos con condiciones anatómicas, cabe decir que estrechar una vagina normal (vaginal thinning) para aumentar el placer sexual es contraproducente y de hecho no se recomienda.
Otros trastornos de la función sexual son la aversión al sexo, los desórdenes e incapacidad orgásmica y los desórdenes de sexo doloroso como el vaginismo.
Alrededor de 40% de las mujeres en algún momento de su vida padecerán de disfunción sexual, sin embargo, aun cuando se piense que es muy común, estadísticamente hablando es aproximadamente 12% el número de mujeres que en efecto la sufren. Los desórdenes mas prevalentes son la falta y/o disminución de deseo sexual o libido y la incapacidad para la excitación. Ambos pueden tener implicaciones que afecten a la mujer en su feminidad, autoestima, bienestar, calidad de vida y relaciones interpersonales en todo tipo de ordenes.
El concepto de una función sexual normal es determinada por cada persona. Es posible que lo que alguien considera normal, no lo sea para otra persona, e incluso, para esa misma persona, lo normal puede ser diferente en distintas etapas de su vida. Algunos sectores entienden que luego de cierta edad, particularmente en la postmenopausia y la ancianidad deja de ser importante el sexo, sin embargo, lo cierto es que el ser humano es capaz de ser sexual a lo largo de su existencia. Estudios epidemiológicos como por ejemplo el PRESIDE Survey reflejan que la disfunción sexual es mayor en el grupo de edad de 44 a 65, es decir, de las encuestadas, las menores de 44 y las mayores de 65, reportan menos incidencia del problema.
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Las causas biológicas, también podríamos considerarlas físicas desde el punto vista medico, son condiciones y enfermedades crónicas comunes como la hipertensión, la diabetes, problemas reumáticos y musculoesqueletales, convulsiones y otros. También los tratamientos de estas condiciones pueden afectar la función sexual, ejemplo de esto son los betabloqueadores, los inhibidores ACE, las estatinas, algunos anticonvulsantes, analgésicos opiáceos, las pastillas contraceptivas y otros. Con la edad disminuyen funciones neurológicas y hormonales que afectan, como por ejemplo la atrofia de la vulva y la vagina debido a la falta de estrógeno. Desde el punto de vista de afectaciones a la anatomía, se encuentran factores tales como incontinencia urinaria o fecal, historial de enfermedades de transmisión sexual, cirugías previas, prolapso, neuropatía, laceraciones del parto que no sanaron bien y otros.
Las causas psicológicas juegan un papel importante en la disfunción sexual y a veces coexisten con problemas biológicos. Ejemplos son condiciones psiquiátricas como Depresión y Ansiedad así como también sus tratamientos. Los problemas psicoemocionales suelen tener su origen en circunstancias tales como historial de abuso físico y sobre todo sexual en la niñez y adolescencia, problemas de personalidad, problemas de autoestima y percepción pobre de su imagen corporal, frustraciones previas, adicciones y otros.
Las causas sociales surgen de aspectos culturales, religiosos, morales, profesionales y hasta económicos entre otros, así como también de los problemas de relaciones de pareja. Estos van desde conflictos emocionales de la pareja como traición o infidelidad, hasta problemas del varón como son la disfunción eréctil y la eyaculación precoz.
Siendo las causas psicoemocionales las más prevalentes, la consejería, psicoterapia y demás intervenciones psiquiátricas son de gran importancia en el manejo de esta condición. Por décadas se han tratado las mujeres con productos y medicamentos los cuales no tienen indicación, entre estos están Yohimbin, Wellbutrin, y testosterona. Estos productos, aunque pueden ser eficaces en algunos casos (sobre todo en la postmenopausia), no surten efecto en muchas mujeres y peor aun no cuentan con la aprobación de FDA, lo cual debe ser informado a la persona. Cabe aquí mencionar que la hormona estrógeno no es un estimulante sexual o afrodisiaco, sin embargo, indirectamente puede ayudar pues mejora la vulva y la vagina para realizar el coito y reduce por lo tanto la dispareunia o coito doloroso.
Aunque en otras jurisdicciones se han usado agentes considerados afrodisiacos, apenas recientemente se ha aprobado por FDA un producto estimulante sexual, el fibanserin, cuya indicación es para las mujeres premenopáusicas. Lamentablemente este no tiene respaldo completo de la comunidad médica pues su efectividad es cuestionable y se cree que su efectos secundarios sobre todo si se combina con alcohol superan lo tolerable. Sin duda, en los próximos años veremos otro productos de este tipo, posiblemente mejores.