Por: William A. Ramirez Cacho, M.D.
Especialista en Obstetricia y Ginecología
Sin lugar a duda la mujer en embarazo es una de las mejores pacientes para manejar. La madre en gestación no solo se preocupa por su bienestar, sino que también se preocupa por el de su bebé y probablemente aún más por el mismo. Es por esto por lo que son estas pacientes las que menos fallan a sus citas y las que más cooperan con las instrucciones y recomendaciones ofrecidas por su proveedor de servicios de salud. Esta circunstancia provee una oportunidad única de abordar diferentes aspectos de la salud en la mujer.
Evaluación
Aunque la mayoría de los embarazos el cuidado prenatal comienza durante el primer trimestre de gestación, un considerable grupo inicia el cuidado prenatal tarde por diferentes circunstancias. Por otro lado, una proporción más reducida busca evaluaciones preconcepcionales antes de comenzar el embarazo para atender problemas de salud preexistentes o para buscar recomendaciones sobre la manera óptima de cómo comenzar la gestación en el mejor estado de salud.
Una consulta preconcepcional debe abordar todo lo pertinente al historial reproductivo de la mujer, pero también provee una oportunidad única de evaluar todos los aspectos de salud posibles, entre ellos: hábitos de alimentación, actividad física, enfermedades prexistentes e historial familiar. La visita debe incluir un historial médico exhaustivo, un examen físico completo y ordenar laboratorios y estudios pertinentes a los problemas encontrados. La revisión de medicamentos o suplementos utilizados por la paciente debe incluirse en esta evaluación. Las pruebas de cernimiento correspondientes al grupo de edad de la paciente son imperativas para toda evaluación al igual que la prueba de cernimiento para cáncer cervical (Pap).
La recomendación de obtener un estado óptimo de salud es imprescindible al igual que ofrecer consejos sobre una dieta adecuada y actividad físca apropiada. Una de las recomendaciones más importantes antes de comenzar el proceso de buscar un embarazo es sobre el uso de ácido fólico y/o vitaminas prenatales para disminuir el riesgo de algunas malformaciones congénitas como los defectos del tubo neural (espina bífida y otros).
Primer trimestre
La mayoría de las pacientes embarazadas comienzan el cuidado prenatal durante el primer trimestre. Aunque gran parte al llegar al consultorio ya están tomando suplementos de ácido fólico o vitaminas prenatales, muchas aún no han comenzado el mismo. La primera cita del cuidado prenatal debe enfocarse en hacer una revisión de sistemas y de repasar el historial médico, obstétrico y quirúrgico de la madre. Comenzar tratamientos pertinentes para condiciones preexistentes es imperativo al igual que hacer una revisión de los medicamentos utilizados por la paciente para ofrecer alternativas seguras durante la gestación.
Uno de los aspectos más importantes es establecer una edad gestacional certera. Para esto el historial menstrual es de mucha ayuda, pero una de las herramientas más confiables es la sonografía. El sonograma del primer trimestre debe incluir una evaluación de estructuras como: los ovarios, el útero, las estructuras adyacentes en la pelvis y el cuello uterino.
El sonograma en el primer trimestre también nos provee una oportunidad de evaluar la posibilidad o riesgo de malformaciones congénitas o de problemas genéticos. La medida de la translucencia nucal (medida del cuello en el embrión) cuando está aumentada puede correlacionarse con anomalías cardiacas o alteraciones genéticas. La ausencia o acortamiento del hueso nasal también se puede correlacionar con un riesgo en problemas genéticos. Defectos del tubo neural al igual que de la pared abdominal del embrión pueden ser sospechados desde el primer trimestre.
Otras pruebas de primer trimestre
En la primera visita, además de un examen físico, el cual incluye un examen pélvico y la prueba para el cáncer cervical (Pap); la paciente recibe una orden para vitaminas prenatales y pruebas de laboratorio. Entre las pruebas de laboratorio, las cuales se enfocan en establecer el estado de salud de la paciente y evaluar la posibilidad de condiciones preexistentes; se incluye un examen de células de sangre (CBC) para evaluar la hemoglobina, plaquetas y glóbulos blancos entre otros; niveles glicémicos en ayuna; evaluación de procesos infecciosos como sífilis, hepatitis y el virus de inmunodeficiencia humana (VIH); evidencia de inmunización como Rubella (sarampión alemán); y condiciones de herencia genética como la fibrosis quística.
Las visitas durante el primer trimestre deben ser esparcidas según las circunstancias y necesidades. De manera rutinaria cada cuatro semanas es apropiado. Algunas pacientes necesitan visitas más frecuentes para atender situaciones especificas como niveles de azúcar, sangrado vaginal y medidas del cuello uterino.
Segundo trimestre
El segundo trimestre se caracteriza por una estabilización de los cambios fisiológicos en la madre. El seguimiento es esparcido según las necesidades de cada embarazo, pero al igual que el primer trimestre, de manera rutinaria, puede ser ofrecido con citas cada cuatro semanas. Este período se caracteriza por el comienzo en el crecimiento del útero secundario al crecimiento del bebé; y al funcionamiento de sus órganos ya formados en el primer trimestre como el sistema urinario.
En este periodo el seguimiento depende de las necesidades; sin embargo, es un periodo donde no se desvía la atención prenatal de lo establecido en el primer trimestre. Las pruebas especificas en el segundo trimestre se enfocan en una evaluación fetal como lo es la alfafetoproteína; la cual provee una evaluación de la posibilidad de defectos del tubo neural al igual que condiciones genéticas como síndrome de Down y otras trisomías.
Tercer trimestre
Las visitas en el tercer trimestre se hacen más frecuentes debido a los cambios maternos como el aumento de peso y la presión arterial pero también para evaluar el crecimiento y el bienestar fetal. El peso de la paciente nos provee información sobre sus hábitos de alimentación; pero del mismo modo nos puede ayudar a sospechar si condiciones que atentan contra madre y feto como la preeclampsia y parto prematuro. El seguimiento de la presión arterial materna es imperativo en cada visita del cuidado prenatal; pero es parte esencial durante el tercer trimestre ya que el desarrollo de complicaciones comunes en el embarazo se puede sospechar al notar un alza en la presión arterial materna.
Las pruebas de laboratorio requeridas durante este período incluyen: la evaluación de la hemoglobina, niveles de plaquetas, niveles de azúcar, riesgo de diabetes, exámenes de orina, enfermedades infecciosas como el VIH y sífilis. Otras pruebas que pueden realizarse son basadas en condiciones y hallazgos encontrados durante la gestación; como niveles de azúcar seriados, exámenes de orina más comprensivos, seguimiento de función tiroidea y otras pruebas infecciosas entre las más comunes.
Sin lugar a duda el cuidado prenatal está diseñado para proveer las atenciones y atender las necesidades que tanto la madre en gestación como el feto en desarrollo requieran. El comienzo temprano, preconcepcional si es posible, facilita la atención de cualquier necesidad y ayuda a diseñar un cuidado enfocado en esas necesidades. La relación con el obstetra y otros profesionales es esencial para una buena comunicación y obtener los mejores resultados durante el embarazo.