Conoce más sobre el síndrome de Asherman

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Por: Redacción Ginecología y Obstetricia

Concebir un hijo y quedar en embarazo es la expectativa de muchas mujeres, no solamente en América Latina sino en el resto del mundo. Si quieres iniciar tu propia familia, seguramente sabrás que un excelente estado de salud es el requisito previo a un embarazo con menos complicaciones posibles. Pero, esto no quiere decir que en el primer intento tendrás un positivo en tu test, muchas parejas necesitan de meses y años antes de lograr una concepción exitosa.

Uno de los aspectos que se deben conocer, hablando de la salud femenina, son las enfermedades o padecimientos que una mujer fértil puede sufrir, a veces sin darse cuenta. Muchas veces, las mujeres asocian el dolor y el sangrado abundante a su periodo menstrual y al ciclo hormonal de su organismo. Sin embargo, cuando en su cuerpo hay un desbalance de éstas sustancias, pueden formarse miomas o quistes que también pueden convertirse en un cáncer cervical.

Dentro de este grupo de enfermedades se encuentra el síndrome de Asherman. Esta patología se caracteriza por desarrollar tejido cicatricial y adherente en el útero. Cuando esta anomalía surge, las paredes uterinas se obstruyen y -en algunos casos- se unen entre sí. Como consecuencia, la cavidad uterina pierde su forma natural e incluso, disminuye su tamaño.

La enfermedad también se conoce con el nombre de sinequia uterina, síndrome de Fritsch, atrofia uterina traumática y esclerosis endometrial.

De acuerdo con los especialistas, el síndrome de Asherman aparece después de que la mujer sufre una lesión en su útero; por ejemplo usar largo tiempo un dispositivo DIU, un aborto o un legrado. Durante la recuperación de este tipo de eventos, el útero inicia un proceso común de cicatrización pero que no termina. Es decir, el cuerpo humano no deja de producir el tejido cicatricial en la cavidad uterina.

Tipos del síndrome de Asherman

De acuerdo con la extensión y el tipo de adherencias que presente la mujer, el síndrome se clasifica en tres grandes grupos: leve, moderado y grave. Reconocer a tiempo el tipo de síndrome que se padece es fundamental para llevar a cabo un tratamiento efectivo.

Leve:

El tejido cicatricial está compuesto de endometrio, el tejido que recubre el útero en cada ciclo menstrual. Sus adherencias taponan de forma parcial o totalmente la cavidad uterina.

Moderado:

El tejido cicatricial se desarrolla a partir de adherencias fibromusculares espesas, recubiertas por el endometrio. Esta forma del síndrome puede causar sangrados en la mujer. Como en el anterior, las adherencias obstruyen total o parcialmente el útero.

Grave:

El tejido cicatricial y las adhesiones están compuestas de tejido conectivo, sin ningún componente de tejido endometrial. En la mayoría de casos, sangran de manera abundante. También bloquean la cavidad uterina de forma parcial o total.

Debido a que los síntomas del síndrome de Asherman son parecidos a los de otras enfermedades ginecológicas, para el diagnóstico se requiere una serie de análisis con diferentes métodos.

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