Los cambios que se presentan en el cuerpo de la mujer durante el embarazo, muchas veces pueden desencadenar complicaciones, incluidas las complicaciones digestivas. Lo común es que experimenten malestares estomacales y reflujo gástrico, que por lo general requiere un tratamiento especializado para aliviar los síntomas sin perjudicar la salud del bebé.
Generalmente, más allá de los cambios físicos y hormonales, el reflujo es el resultado de malos hábitos alimenticios como comer muy rápido, acostarse en pleno proceso de digestión o alimentarse frecuentemente con productos que aumentan la posibilidad de tener reflujo como las bebidas con cafeína o las grasas.
Alimentos que pueden aliviar el reflujo en el embarazo
En mujeres embarazadas, está limitado el consumo de medicamentos por los efectos que puede tener sobre su salud y la del bebé, de manera que debes evitar la automedicación y optar por otras alternativas naturales:
- Naranja: En zumo o entera, la naranja ayuda a combatir la acidez estomacal y el reflujo.
- Manzana: Es un antiácdo natural que puede ayudar a calmar los problemas digestivos, al igual que la pera. El consumo frecunte de manzana puede ayudar a disminuir los síntomas del reflujo y evitar las incomodidades estomacales.
- Jengibre: Es uno de los remedios caseros más utilizados para este tipo de situaciones. Lo ideal es preparar infusiones en casa a base de jengibre con naranja o limón, prefiriéndolas por aquellas preparadas que se consiguen en supermercados.
Prevén el reflujo en el embarazo
Para iniciar, debes tener en cuenta que hay alimentos de diario consumo que facilitan o contribuyen al reflujo, por ejemplo el chocolate, los alimentos, los fritos, el vinagre, la mostaza, el tomate y los alimentos especiados. Lo ideal es evitar este tipo de productos en la alimentación, o consumirlos muy pocas veces a la semana, especialmente durante el tercer trimestre del embarazo.
Ahora bien, aquí te enumeramos otras prácticas que puedes adoptar para prevenir el reflujo:
- Evita comer abundantemente. Aumenta las comidas al día, pero disminuye las porciones. De esta manera evitas que el estómago se llene por completo, pero no pasarás hambre.
- Evita recostarte justo después de comer. Lo ideal es cenar horas antes de la hora de dormir para no hacer mala digestión y tener un sueño más reparador.
- Tómate tu tiempo para masticar. Al llegar los alimentos más triturados al estomágo, será mucho más fácil para el organismo realizar la digestión.
- Usa doble almohada. Una de las causas más comunes del reflujo, justamente es estar totalmente acostada. Elevar más la cabeza durante el reposo nocturno puede favorecer tu experiencia.
- Evita la ropa ajustada, especialmente la que ejerce presión en el abdomen.