Escuchar la palabra quiste puede generar angustia y desespero, con frecuencia se toma como algo negativo. Si bien algunos quistes pueden ser cancerígenos la mayoría de estos no son peligrosos y desaparecen por sí solos. A continuación te contamos más sobre este importante tema.
Los quistes ováricos son bolsas que contienen líquido dentro del ovario o en su superficie; las mujeres tienen dos ovarios que están ubicados a los lados del útero, estas afecciones se pueden forman en cualquiera de los dos. La mayoría de quistes ováricos se forman durante el ciclo menstrual, y son conocidos como quistes funcionales; estos suelen desaparecer solos luego de dos a tres meses.
Aunque la mayoría de quistes en los ovarios no producen ningún tipo de molestia en algunos casos puede causar síntomas como: dolor pélvico al lado en dónde se encuentra el quiste, inflamación y sensación de llenura. Si presenta síntomas como dolor pélvico crónico repentino y este dificulta realizar actividades como caminar, debe acudir al médico de forma inmediata.
Existen algunos factores que aumentan el riesgo de sufrir este tipo de afección; por ejemplo: infecciones pélvicas graves, embarazo, como efecto secundario a la ingesta de medicamentos para tratar problemas hormonales y sufrir de endometriosis.
Si los quistes pélvicos no son detectados y tratados a tiempo pueden provocar graves complicaciones; como la torsión ovárica, esto se presenta cuando los quistes crecen de manera excesiva y causa la torsión. También pueden perforarse y derramar el líquido dentro del sistema reproductor.
Tratamiento
El tratamiento para esta afección depende de su tamaño y tipo de quiste. Como la mayoría de estos desaparecen solos con el paso del tiempo, el ginecólogo puede sugerir una evaluación meses después para ver si ya desapareció. En los casos en los que estos quistes provocan dolor crónico o se perforan es necesaria la intervención quirúrgica para extraerlo y limpiar la zona.
La forma más efectiva de detectar estas anomalías y reducir el riesgo de complicaciones es realizar los exámenes pélvicos de manera regular; de esta forma el ginecólogo puede detectar cualquier anomalía.